Por Santiago Morell
Los grandes místicos de finales de la edad media y el renacimiento recomendaban planear y proyectar la vida en tiempos de paz y tranquilidad, asimismo, la historia de los diversos pueblos se ha escrito en tiempos de paz. Dicho de modo contrario, en tiempos de guerra, incertidumbre o zozobra es imposible planear, proyectar la vida o escribir la historia.
Hoy nos encontramos en un tiempo de crisis, la realidad se nos presenta imprevisible y no tenemos las variables suficientes para planear nuestra vida. Los objetivos que nos planteamos para este año se pueden mostrar como inviables, insuficientes o fuera de realidad.
En efecto, nuestra realidad ha cambiado. Tenemos variables que no teníamos a principio de año y posiblemente estas nuevas condiciones nos impiden realizar lo que queríamos. En momentos de crisis lo fundamental es volver a nuestra escala personal de valores. La realidad se presenta independientemente de nuestros sueños y nuestros ideales. El asunto es que cada quien se haga cargo de su propia vida dentro de esta realidad que se nos presenta.
Hoy la crisis se llama COVID – 19 y nos ha llevado a un aislamiento social. Mañana podrá ser la pérdida de un familiar querido, el fracaso en un trabajo, una ruptura afectiva, una crisis económica, medio ambiental, etc. Durante nuestra vida la presencia de crisis será una constante, unas serán más graves, otras más sencillas. Lo fundamental en un momento de crisis es centrarme en mi sentido de vida y mi escala personal de valores.
En este tiempo de cuarentena se trata de que la podamos vivir siendo fieles a nosotros mismos. Que utilicemos nuestra inteligencia para comprender la realidad y sus diversas variables y elegir los medios que más nos ayuden a hacer nuestra vida. Es decir: los medios que más me ayuden en mi formación académica, en mi seguimiento profesional, en la relación con mi familia, en el compartir con mis amistades, en asombrarme con nuevas maneras de divertirme, encontrando o reencontrándome con hobbies, en ser solidario con el otro, etc.
Frente a una realidad sin los estímulos a los que estamos acostumbrados, nuestra voluntad para mantenernos fieles a los propósitos y objetivos que nos hemos planteado puede disminuir. En tiempos de crisis tendemos a dejar aquellas actividades que nos posibilitaban vivir con plenitud nuestro proyecto de vida.
La rutina, el aislamiento y la cotidianidad son elementos que pueden llevar al aburrimiento, tedio y apatía. Ante esta realidad hay que volver a lo fundamental: nuestro sentido de vida y nuestros valores, desde ahí, elegir las actividades que nos ayudan a vivir esta crisis con paz y esperanza. Asimismo, este tiempo es propicio para desacelerar nuestro ritmo, encontrarnos con nosotros mismos, con nuestro núcleo familiar y con nuestra comunidad.
Las cuestiones fundamentales de este tiempo son: ¿cómo vivo durante las crisis siendo fiel a quién soy?, ¿cómo me cuido y cuido a las demás personas?, ¿de qué manera integro esta realidad cambiante a mi vida?, ¿qué descubro de mí y de mi realidad en la vivencia de una crisis?